lunes, 7 de mayo de 2012

Cambio de luces.

Me he interesado rotundamente en los hombres que nunca se han acostado con una puta, es que hay que ver que la gente es bien estúpida. 


Había cambiado a verde, tenía que partir…

          Era un lunes por la mañana como cualquier otro para un ajetreado hombre de negocios. Era él un hombre alto, de cabello negro y anteojos de color negro. 
Tenía esposa y dos hijas adolescentes. Era completamente entregado a su familia y estaba muy feliz de esa manera. Iba más somnoliento que nunca esa mañana. Al llegar a la oficina se postró en su silla a leer sus deberes, un montón de hojas en las que sólo veía un montón de líneas llenas de monotonía. Estaba tan fastidiado que de un manotazo tiró todos los papeles que había en el escritorio, encendió la computadora solo para ver a su familia como siempre ahí, en el protector de pantalla. Se levantó de aquella silla y se inclinó a mirar por su ventana, estaba en un décimo piso, la gente se veía como hormiguitas, los autos pasaban a gran velocidad y él seguía ahí consumido por el trabajo. De pronto una pequeña figura posada al lado del semáforo, (no podía distinguirla bien pero llamaba su atención). Volvió a sentarse en aquella silla a escribir, a imaginar lo que podía ser aquella mujer rubia que se posaba en la calle. La imaginaba entrando a su oficina con aquella mini falda y montándola como potra sobre su escritorio, domándola. «Tengo que volver a los papeles, a los papeles».
Al culminar su trabajo apagó su computadora y ordenó el escritorio, bajó por el ascensor y tomó vía con su carro, cuando de repente se topó con un semáforo. Y ahí estaba parada aquella mujer que hace un rato había visto, de largas piernas, buen trasero y grandes bustos, « muy grandes si se le permite decir». Él la veía con recelo mientras ella mordía sus labios y coqueteaba con todos los que pasaban por el lugar.
Dejó pasar a unos carros y espero que el semáforo volviera a rojo, y cuando al fin estuvo frente a ella, se quedó mirándola desde su auto, su mirada estaba completamente perdida en el cuerpo de esta mujer. Ella se agachó como si fuese a recoger alguna cosa. Su falda se subía mostrando el comienzo de sus grandes nalgas y él no dejaba de mirar hipnotizado. « Eres uno de los más guapos que he visto por aquí, debes coger como ninguno y te aseguro, que yo cojo como ninguna >>. El sueño se rompió por el sonido de las bocinas que le avisaban que hacía rato que el semáforo había cambiado a verde; tenía que partir.


Así no me gusta le dijo, y él se volvió al frente...



         Ella ese día no se sentía lo muy puta como para afeitarse las piernas, así que se las afeitó igual. Tomó su labial rojo sangre y se lo aplicó, primero en el labio inferior  (le gusta comenzar desde abajo) y luego apretó los dos labios regándose el color. Tomó una falda negra que le habían regalado hace tiempo cuando era actriz para un obra de teatro donde interpretaba a una puta (Al parecer se sintió muy cómoda con el papel),  se la puso, no pudo quitarse los ojos de encima, no  creía lo sexy que se veía “Quién podría rechazarme” decía. Quién podría rechazarla.
Cada vez que el color rojo se colocaba, su corazón se aceleraba como quien nunca ha visto a un humano salir de la alcantarilla, se prepara con su mejor cara y prende un cigarro, al lado del semáforo los clientes llegan con más facilidad. Los hombres en los carros no tardaban en ofrecerse, pero a ella ninguno le gustaba, ella quería ser la puta de alguien que nunca ha pensando en acostarse con una, le parece que es como quitar una virginidad o que le están pagando para que se los viole. Los hombres le lanzaban propina a pesar de que no les hiciera nada, el hecho de solo verla, ya los hacía eyacular. Se mete el dinero entre los senos y los calienta, o los asfixia. Nunca hay nada inusual en ese semáforo, no hay hombres que la hagan mujer, miradas que la vuelvan ciega, ni besos que la despierten. Siempre estuvo demasiado cerca, con una distancia de por medio.
En un momento de coqueteo y pequeños dedeos, su instinto la hizo parar y ver hacia atrás, a los carros de allá, los que esperan a que el color cambie un poco más lejos. El hombre a quién veía la hacía humedecer mucho, se veía sano, bueno, entregado a su familia “Perfecto, al fin una familia a quien destruir” pensaba. El semáforo cambió y ningún carro quería avanzar, la puta estaba haciendo un show, de esos que no se pueden hacer. Un carro no hizo caso al semáforo, a pesar de estar en verde, se puso de primero, al lado de ella, apartando su lugar, mirándola. La puta notó que el hombre era el mismo que el de atrás, se mojó, se enrojeció y aprovechó su nerviosismo para lanzar disimuladamente una moneda, ella podría agacharse y mostrarle al hombre porqué es tan rico acostarse con una puta. 
«Eres la mujer más bella que he visto, espero tener la oportunidad de lanzarte en mi capote y hacert…» Así no me gusta le dijo, y él se volvió al frente. 


Había cambiado a verde, tenía que partir: Wilson. 
Así no me gusta le dijo, y él se volvió al frente: Valery.



Quizás sea bueno, o no. Quizá haya sido escrito con un martillo en una servilleta, o no. Pero me encantó escribir contigo Valery Michelle @HabloEnSilencio. Todo placer. 





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