El cielo para un poeta es un abanico infinito de deseo.
El cielo para un enamorado es cobija de estrellas arropando sueños sin amanecer.
Desde los ojos de un niño, el cielo es un parque de diversiones para su imaginación. Basta que use su dedo para que las estrellas sean puntos de unión. Como un crucigrama divino; inmaculado.
Desde los ojos de un navegante, la luna es musa entre tanto cielo, musa que es cauce de ríos y mares ante los que ella sólo se deja reflejar.
El cielo para un corazón enamorado es un mar de misterios donde navega, en cualquier ola, la respuesta a sus cicatrices frescas.
El cielo para el horizonte sólo es el interior de sus párpados reflejando todos esos universos que se refugian en sus ojos.
Para un pintor, el cielo solo es un paisaje que merece más colores, más cuadros y menos límites en su lienzo.
Para un enamorado que espera, el cielo solo es un mapa que ha de guiar el corazón que guarda esperanzas ajenas, esperanzas empolvadas de tiempo. Esperanzas que no se desgastan al paso de decepciones.
Para mí el cielo sólo es el lugar donde se encuentran nuestras miradas desnudando la luna entre tantos deseos.
Para mí, el cielo es una paleta de colores con la que suelo pintar tu sonrisa cuando hay distancia de por medio.
Muchas
gracias a Vi @Ultravioleeta por
esta colaboración. Un placer inmenso.
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